22 de mayo de 2010

La gente de Villegas sale a defender la Tradición.

Es muy interesante lo que termina pasando con las "tradiciones" naturalizadas y arraigadas cuando las alcanza la mirada pública. Pliegue paradójico entre lo público y lo privado, la tradición del derecho de pernada de las clases más pudientes, adobadas con una cultura del goce atinellizado, termina entrando en crisis cuando queda grabada en una camarita. El "Algo habrá hecho" se inscribe dentro de la batería de respuestas (respuestas que intentan reproducir el status quo) de esa gente, pero va más allá.
Hace algunos años, un abogado de cincelada alcurnia, era sacado de un hotel salteño por la policía, denunciado por estupro. La evidencia, de 9 años, estaba dentro de una habitación. Y no era culpa lo que había en la cara del abogado, era asombro: "Tanto escándalo por una chinita!" le dijo a una cámara. Lo mismo pasará por la cabeza de estos abusadores, y de demasiada gente en los pueblos, donde esta situación es moneda corriente, y donde la gente está cortada por la misma tijera patriarcal.
El dato de la imagen que se mundializa por el celular, por el blog, por las redes, por la camarita de fotos, habla de que esos goces no son asociales, sino aceptados por los grupos que integran: qué función puede tener que se graben atrocidades como las torturas que se dedican "compañeros" del servicio penitenciario, las encamadas infieles...las fotos que el grupete de clase alta chaqueña le sacaba a los laburantes o indigentes en la calle luego de cagarlos a piñas y que luego colgaban en el blog... o (lléndome más al carajo) las torturas en las cárceles iraquíes? Tienen la función de mostrárselo al otro de la misma parroquia, como cuando uno se saca una foto delante de las pirámides para mostrarle a la familia, testimonios para que entren en la serie que nos cuenta la propia historia personal frente a otros. No son prácticas solitarias, son prácticas de grupo, son toda una pauta cultural. Son Tradición, que habilita el asombro, y no la culpa.
En esto los curas no son ningunos pelotudos y no se andan filmando enfiestados con los pibes de catecismo. Tienen 1.700 años de aprender a esconder abusos detrás de los confesionarios y las paredes de piedra de una iglesia.
Arqueológicamente, en una capa anterior y como guiando la cuestión, está la mierda machista oficiando de matriz del desprecio y el odio.



Juan Pastrello

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